Nicolas Sanchez L.

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Realidad suspendida: Entrevista en MasDeco, La Tercera

Patagonia (Atmosphere XX)Digital C-Print, 210x140 cm, Mounted on Aluminium and Perspex

La fotografía es un pretexto para Nicolás Sánchez. Su intención está puesta en la experiencia humana retratada con una sensibilidad que lo lleva a obtener una realidad mestiza. El foco lo fija en el andar y el conocer, para así descubrir asociaciones que emergen ambiguas y sugerentes. La curadora chilena Cecilia Brunson lo conoce bien. Por lo mismo ha estado presente en su trayectoria. “Lo que admiro de la fotografía de Nicolás Sánchez es que encuentra un espacio dentro de la tradición de paisajistas, pero a la vez es un ‘outsider’. Su fotografía tiene una serie de precedentes, desde los pintores de lo sublime como Caspar David Friedrich hasta las fotografías tempranas de Edward Steichen. Pero lo que distingue a Nicolás es que hay un asunto que evidencia una belleza, o calidad de la vida, que aparece casi como si fuera no-real”, afirma Cecilia.

Por Soledad García-Huidobro para MasDeco de La Tercera, 04.10.2014

¿Cuáles son los hitos más importantes que recorren tu carrera?. Desde estudios a trabajos.

Nombrándolos como pretextos de un camino diría que mi residencia en Atacama con Incubo el 2006, mi maestría en España el 2007, mi residencia en Praga el 2008, el premio Juan Downey a mi regreso a Chile el 2009, la filmación el 2010 de mi documental lírico La vida está en otra parte, mi deportación del Reino Unido en 2011, mi porfía con Europa el 2012 a vivir a Londres, mi muestra individual en la Galería Cecilia Brunson Projects en Londres el 2013, mi regreso el 2014 a Chile, a vivir al desierto. Y entremedio de todas esas falsas cumbres, los viajes. En general las etapas más importantes para mí han tenido que ver más con éstos que con los eventos precisos; viajes finalmente hacia el interior de uno, pero que requieren salir fuera, incomodarse, ampliar el campo, los espacios de vida.

¿Qué temas, personas o momentos han nutrido e inspirado tu trabajo?

Uno se nutre de fuentes muy diversas pero creo que todas trazan su origen en las ciudades. Si bien las ciudades han triunfado, siempre serán territorios de complejidad y paradojas que es donde intento mirar con mis trabajos. Han sido las ciudades las que han germinado los movimientos culturales y utopías que me interesan (las ciudades ideales modernas, el movimiento romántico en toda su enorme amplitud, los poetas de la modernidad) y que han logrado trascender a través de la historia por aislar sentimientos tan propios del momento que les tocó vivir pero al mismo tiempo transversales a toda época. Me gusta pensar que aún cuando fotografío paisajes naturales, son ciudades, en el sentido de que muestran una forma de entender y relacionarnos con la naturaleza moldeada por la ciudad.

¿Cómo defines tu propuesta fotográfica?

Me cuesta definirla porque mi propia lectura sobre ella cambia, pero si tuviera que resumir la actual, diría que como producto de una mirada lejana y tardía a una realidad, que desde la distancia busca sombras del futuro en el presente. Son trabajos sencillos y muy personales, que buscan como decía Novalis dar a lo conocido dignidad de desconocido, explorando la categoría de lo sublime que explotaron tanto los románticos, eso que produce delicia y deseo pero también miedo y horror. Busco imágenes libres, quietas, que susurren hacia adentro, calladas, que entren el habla...

¿Cuál es el trasfondo de tu muestra realizada este año en Sala Gasco llamada "Damos vueltas por las noches"? (en qué consiste hacer fotografía del acto de vagabundear)

En Damos vueltas por las noches fotografié y filmé bares y parques de Londres en la mitad de la noche. Esas fueron las imágenes que inmediatamente desencadenaron en mí asociaciones al mismo tiempo bellas e inquietantes, que producían hermosos vértigos como llamaba Saint-Exupéry a esa sensación ambivalente. Finalmente lo fotografiado es un pretexto, la noche y los noctámbulos una metáfora para hablar de otras cosas, de la soledad, del hastío, de la rutina, de la búsqueda, de nuestra necesidad de completarnos con el otro, todos elementos propios de la experiencia humana en la ciudad.

Y en la búsqueda de esas imágenes, el caminar es para mí una experiencia fundamental. Cada vez que me instalo en un lugar, me pierdo a inspeccionar esquinas y callejones (y lo he hecho durante años concienzudamente, sin recibir nunca un centavo por ello), me entrego a las solicitaciones del terreno como decían los Situacionistas. En mi casa tengo una biblioteca, pero la ciudad es mi taller. 

¿Cual de tus trabajos fotográficos has disfrutado más y por qué?

En general no disfruto el trabajo mientras lo hago; es más estimulante la investigación previa o la contemplación del resultado y excepcionalmente la serie de los pubs por la cerveza amarga que bebía esperando al cierre. Quizás por eso también he aprendido a disfrutar los trabajos que no terminaré nunca, como la serie sobre aeropuertos, o la serie de atmósferas fotografiadas al salir o caer el sol, o mi último trabajo exhibido en España titulado Turistas; una serie fotográfica sobre sujetos inmersos en paisajes sobrecogedores y una trilogía de lamentos en formato de pequeños filmes.

¿Quienes son tus referentes en la fotografía?

No voy a nombrar nada muy contemporáneo. Miro y leo muy poco sobre el presente. A mi me acomoda eso de Kandinsky, de que el artista debe ser sordo y ciego a la contingencia para mirar hacia adentro, hacia lo que no se debilita ni pasa de moda, ahí es donde está el lenguaje propio y a la vez universal, en el mundo interior, de los pocos espacios de libertad aún posibles. En general me interesan artistas -en el sentido amplio de la palabra-, imágenes o situaciones que me sacudan y despierten en mí asociaciones que se disparan en todas direcciones. Por nombrar algo, Thoreau, ese portento del pensamiento individualista y antiautoritario, la arcadia romana, Hopper, el Calamaro de los 80, Max-Neef, don Arturo y su bar que nunca cierra, los personajes de García Berlanga, Agnès Varda, los Situacionistas, Friedrich, la tristeza de un piano, un saxofón o una trompeta, Aristarain, los ríos que atraviesan ciudades, Ángel Gonzalez, las ferias de cosas viejas y rotas.

¿Cómo construyes tu ideal de fotografía, de belleza?

Hace algunos días volví al film de Werner Krüger titulado Todo hombre es un artista, sobre Joseph Beuys, para mí el artista más importante del siglo XX. Beuys hablaba con soltura en la cocina, mientras parecía preparar una sopa de vegetales. Al ser interrogado sobre el significado de lo bello, responde con sonrisa socarrona: “la belleza es el brillo de lo que es verdadero”, mientras sostiene en alto una papa que acaba de pelar, como si su reluciente cuerpo amarillo encerrara valores universales como la libertad y la autodeterminación, como si hasta el trabajo manual más cotidiano encerrara un conocimiento profundo sobre la vida, como si la insistencia práctica de lo más humano nos engrandeciera, creyendo firmemente en que cada hombre que trabaja por la ampliación de sus horizontes es un artista. Creo que es eso lo que me interesa.

¿Qué estás haciendo ahora y cuales son tus proyectos a futuro?

Siguiendo esa idea de ampliar los horizontes, de incomodarse, me vine a Antofagasta, al Norte Grande de Andrés Sabella y Salvador Reyes. Desde la vez primera que vine quedé prendado con el desierto. Estoy iniciando algunos proyectos que aún no toman forma concreta pero giran en torno a la redefinición de lo épico en estos tiempos y estos parajes indómitos. Mientras decantan, muestro mi film de artista “La vida está en otra parte” y termino una videoinstalación titulada “Requiem a Bemba” que poéticamente resume mi experiencia cuando fui deportado el 2011 y en la sala de detenciones conocí a Bemba. Esta es su historia a través mío y la de muchos migrantes a través de él.